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miércoles, 8 de octubre de 2014

Exaltación de la derrota en un retrato generacional.

‘Hablas demasiado’, primera novela del manabita Juan Fernando Andrade

Diario Expreso, Guayaquil, 20/12/09.
Por Alexander García Vizcaíno.


Con una prosa pop y desenfadada, como la realidad que reproduce, Juan Fernando Andrade hace una decente incursión en el género de la novela.

El amor es una larga fila, tú tocas el hombro a quien te da la espalda y detrás, alguien está tocando el tuyo. Nadie voltea de la forma como se desearía. Eso es lo que pasa en la relación Juliana-Miguel-Clara, personajes de la novela “Hablas demasiado”. Pero en la “ópera prima” del autor manabita Juan Fernando Andrade, la búsqueda del amor es la metáfora de otra más profunda. La de una generación de jóvenes a la que cada vez se le hace más difícil encontrar un significado a la vida.

Marihuana, clorhidrato de cocaína, cerveza, vodka y hasta caña manabita. Los jóvenes personajes de “Hablas demasiado”, parecen querer esnifarse el mundo, evadiendo constantemente su realidad.

“En esta vida todos ‘tenemos’ (...) que ‘ser’ alguien, está en el contrato, escrito con las letras chiquitas que nunca leemos y qué están ahí para estafarnos”. Miguel está a pocos días de graduarse de la Universidad, pero su vida es una mentira. Estudió finanzas para llevarle la corriente al padre, que le piensa heredar “el negocio”. Un día, a la salida de clases, se encuentra -recostada sobre su viejo Jeep- a la chica a la que ha deseado toda la carrera y con la que apenas ha cruzado palabra. Pero ella (Clara) está a punto de casarse. Comienza una extraña historia de amor, que Andrade logra hacer verosímil. También comienza un plan para tirar por la borda los años universitarios y los anhelos familiares.

Todo en un clima angustioso, con la prosa desenfadada que parafrasea cierta habla quiteña y frases enteras en inglés, el lenguaje de “the beautiful people”, una gente que vive de marcas.

Miguel vive en la capital, pero es de Manabí. Habla en primera persona, desde un presente inmediato, su estilo irónico logra arrancar sonrisas. Pasajes pueden llegar a ser entrañables, incluso conmovedores.

El protagonista sufrirá la osadía de haber sustituido una mentira con otra. Al final, luego del desenlace temido, después de tantas dudas, frustraciones, borracheras, la novela alcanza un ritmo, un tono y una apacibilidad admirables. Miguel sigue siendo un perdedor, pero recuperó su dignidad; y tal vez, ya no lo sea tanto...

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