Elementos compartidos de Alexander

jueves, 3 de junio de 2010

Fernando Mieles: “El cine es una carrera de resistencia”


Director guayaquileño estrena por fin, en agosto, su película Prometeo Deportado, cuyo proceso le tomó 10 años desde su concepción.
La película ecuatoriana Prometeo Deportado, del cineasta guayaquileño Fernando Mieles, se estrenará por fin la última semana de agosto próximo, tras un largo proceso de diez años desde su concepción y a dos de su rodaje. Quince actores protagónicos y “ciento cincuenta extras en progresión constante” participaron en esta historia coral sobre la migración, que contó con un presupuesto aproximado de 800 mil dólares. Así lo informó Fernando Mieles, su director y guionista, en una charla sobre El cine que se hace en Guayaquil, la noche del pasado martes, en el Teatro Centro de Arte. El conversatorio fue conducido por Jeannine Zambrano y contó con la participación de Andrés Crespo, quien arrancó risas al público con sus ocurrencias y habló de uno de sus cortos experimentales.“El cine es una carrera de resistencia”, soltó Fernando Mieles, de 40 años, quien se declaró un apasionado del celuloide. “Cada proyecto (que se realiza en Ecuador) puede tomarte entre tres a seis años. El cine demanda una filosofía de espera y de paciencia muy grande, un esfuerzo y un nivel de compromiso extra. Prometeo... me llevó 10 años. La pregunta es ¿hasta qué punto la gente está dispuesta a hacer este sacrificio?”.Ese tiempo de espera contribuyó, no obstante, a la madurez del proyecto, comentó el realizador. El texto que ganó el premio a Mejor Guión Inédito en el Primer Festival del Cine Pobre en 2003, Gibara, Cuba, “era la tercera versión, el que se filmó fue la versión dieciocho”.El primer tráiler de Prometeo..., que se exhibió al término del conversatorio del martes, ya se proyecta en salas comerciales de cine y se puede ver en la página YouTube. En él se observa al actor y narrador oral Raymundo Zambrano con voz en off. “Si el Ecuador es el nombre de una línea imaginaria, los ecuatorianos somos seres imaginarios. (...) El Ecuador no existe, pero duele”. El promocional prefigura ya el tono de la cinta, muestra a un grupo de ecuatorianos esperando ser deportados en un aeropuerto de una ciudad no determinada del primer mundo. Entre ellos aparece Prometeo, “el mejor mago prestidigitador, mentalizador, escapista de todo el Ecuador”.Según Fernando Mieles, quien ya estrenó el año pasado el documental Descartes, él filma películas por una necesidad expresiva. “Yo hago cine para conocerme”, señala. De hecho, Prometeo... aunque “no es un filme autobiográfico”, sino construido por pequeñas historias que confluyen en una sala de espera, partió de una experiencia personal. “Me deportaron de España en el 93”. El realizador ha señalado que también encontró inspiración en la tragedia griega, en el Prometeo encadenado de Esquilo al momento de trazar esta alegoría sobre la ecuatorianidad.Ahora Mieles espera que los ecuatorianos asistan a ver la película masivamente. “Yo hago películas por la necesidad de verme yo mismo, que mi familia y mis vecinos vean cómo somos, no para que me validen en un festival, que por lo general es lo que pasa”.
Alexander García Vizcaíno.- Publicado en Expresiones de Diario Expreso (3/05/2010).

sábado, 23 de enero de 2010

Tendencia mundial creciente

Literatura gay ¿para niños?

Una niña convive con dos mamás en el libro infantil El amor de todos los colores, de Lucía Moreno. La autora española escribe cuentos en donde se ven reflejados sus propios hijos (adoptivos) en un hogar homoparental.

"En la montaña más alta sobre la ciudad, un joven príncipe todavía no se ha casado. Su madre insiste en que debe encontrar una princesa. El príncipe le dice: "Bien mamá (...) tengo que decirte que nunca me han gustado mucho las princesas". Su madre hace desfilar una joven tras otra por el castillo, pero ninguna despierta su interés. Luego llega una princesa escoltada por su hermano Lee, y el príncipe exclama: "¡Qué guapo!". Se enamoran y comienzan los preparativos de la boda". Este es el argumento central de un cuento ilustrado... ¡para niños!
El álbum Rey y Rey, de autoría de las holandesas Linda de Haan y Stern Nijland, ha levantado gran revuelo, demandas y polémica -también múltiples traducciones y nada despreciables ventasdesde su publicación en el año 2000.
Pero la tendencia de escribir sobre temas tabú para la infancia, como la muerte y los conflictos existenciales (ya presente en la obra de J.K. Rowling, la creadora de Harry Potter), salta cada vez con más fuerza a planos como el de la homosexualidad.
Si han existido suspicacias sobre un subliminal mensaje gay de Bob Esponja o de uno de los Teletubbies, estos cuentos salen verdaderamente del clóset. Pañuelito celeste es el relato de un niño que quería convertirse en niña. Este cuento fue el ganador el año pasado de un concurso, cuyo fin era "incentivar el respeto a la diferencia desde la infancia", al que se presentaron más de 100 manuscritos y que tuvo entre sus organizadores a la secretaria de Educación de Buenos Aires.
La española Lucía Moreno es una de las "estrellas" del género.
En su primer cuento, El amor de todos los colores, un niña tiene que convivir con dos mamás. En un principio, Moreno no encontraba editorial para sus textos por lo que creó su propio sello: Topka, especializado en literatura "para todos los niños y todas las familias" según reza su eslogan. Ahora distribuye libros en España, México, Inglaterra y EE.UU. Ella defiende su oficio escudándose en una de las funciones de la literatura: "mostrar horizontes amplios".



Beso entre hombres, ilustración del cuento Rey y Rey.


Reacciones
A pesar de ser defendida desde algunos sectores en pos de la tolerancia, a Mariuxi Mendoza, de 38 años, y una niña, de 9, le alarman este tipo publicaciones. "¡Yo jamás le compraría uno de esos libros a mi hija!", exclama, pues cree que podrían inducir a la homosexualidad. Algunas organizaciones religiosas han ido más allá y han calificado estos libros como una forma de abuso infantil.
Para el psicólogo Samuel Merlano el dilema principal es el de la distorsión, pues los niños todavía no tienen la capacidad de discernir lo que es una funcionalidad familiar y el suficiente criterio de lo que es normal o anormal. "Los niños son más susceptibles a ser manipulados o maldirigidos". Muchas de estas publicaciones ilustradas están dirigidas a infantes de entre 4 y 8 años y para el catedrático son temas que se deben tratar a fondo en la adolescencia.
"Eso no significa que los padres no deban hablar con sus hijos pequeños sobre todo lo que pasa en la sociedad, pero con mucha seriedad...".
La escritora ecuatoriana Edna Iturralde, una de las más prolíficas en literatura infantil y juvenil a nivel nacional, defiende la buena literatura. "Si se demuestra respeto a los niños en su tratamiento y está bien escrito, yo no encuentro ningún problema que se mencionen estos temas en literatura infantil". La autora asegura que es mucho mejor que los niños lean un texto bien escrito y con un buen tratamiento sobre la homosexualidad, a que se enteren de otras formas. "Los niños igual se van a enterar", dice.
Rey y Rey se convirtió en éxito más por su controversial tema que por sus planteamientos estéticos. Termina con un beso entre los dos reyes en su boda y cierra con la frase de todo cuento de hadas: "y vivieron felices y comieron perdices".

Un relato de amor del siglo XIX

Viaje, historia, enigma y un gran tabajo en el Premio Alfaguara de Novela 2009. Andrés Neuman en la frontera de los géneros

La falda de Sophie Gottlieb susurraba por el pasillo. El sonido cosquilloso de esa falda le provocó a Hans cierta ansiedad. Al cabo de unos segundos la silueta de Sophie pasó de las sombras del pasillo a la luz de la sala. (...) A Hans le asaltó una intensa necesidad de alabarla o de salir corriendo. Sin saber qué decir, observó con torpeza: No imaginé que fuera usted tan joven, señorita Gottlieb. Estimado señor, contestó ella con indiferencia, estaremos de acuerdo en que esa es una virtud más bien involuntaria...
El amor vetado del siglo XIX que se cuenta en "El viajero del siglo", comienza así: en la página 43. La obra le valió al escritor argentino Andrés Neuman el codiciado Premio Alfaguara 2009.
El libro contiene varios géneros: entre la poesía, el ensayo, la novela de aventuras, de viaje, historia (cambios sociales) y una pequeña, pero llamativa novela policial.
Todo articulado en el relato sobre un viajero (Hans) que se detiene una noche en Wandernburgo, ciudad alemana imaginaria.
El viajero conoce a un anciano que toca el organillo, emocionado por la música, se acerca a dejarle propina y a conversar. Entablan amistad y la estancia de Hans se alarga. Los días pasan y no consigue marcharse de esa extraña ciudad, que parece retenerlo con toda clase de acontecimientos inesperados y cuyas calles parecen cambiar de lugar.
Con las amistades que va encontrando, la posibilidad del amor que se convierte en certera pasión, un salón de tertulias, la cotidianidad, y con su trabajo de traductor de poesía, se va dibujando toda una época.
Neuman alcanzó lo que buscaba: unir pasión y política, cultura y sentimiento. Como lo pregona el propio protagonista que les exige a las novelas históricas ser un laboratorio para analizar el presente.
¿No es la historia circular? Entonces es natural encontrar coincidencias actuales en temas tratados en el libro: la extranjería, la distribución de la riqueza, el oportunismo y la hipocresía política, los nacionalismos y la emancipación femenina. Es patente el trabajo de filigrana que le tomó al autor cinco años para construir los diálogos, la vestimenta, la realidad diaria de la Europa de la época, en la que se refleja la de ahora.
¿Fue el Alfaguara, solo un premio al esfuerzo? Quiero pensar que no. Porque aunque en su parte central la obra se concentra mucho en las discusiones y los encuentros de visiones sobre la realidad de la época y la acción real transcurre muy lenta, el libro no deja nunca de despertar interés.
El viajero del siglo constituye una laboriosa reconstrucción de la Alemania posnapoleónica de la restauración, pero su mayor valor reside en las circunstancias y el trasiego de sus personajes, en las historias (con minúsculas). También en la prosa exquisita de Neuman, de sugerentes metáforas (como: El sol tibio caracoleaba (...), se derramaba en las sillas como un jarabe o; La noche había caído como una tabla).
En las últimas 100 páginas las resoluciones se precipitan. Se descubre cuál de la veintena de personajes era el violador serial y se resuelve la pequeña historia de detectives. La fatalidad se ensaña con el personaje más entrañable: el organillero. La historia de amor se hace insostenible y aunque se comience a adivinar un triste final, habrá que leer hasta el final para comprobar si los amantes tienen una segunda oportunidad. Una historia de amor capaz de conmover, en una época (la actual) en que los sentimientos son rebajados a la cursilería.


Editorial Alfaguara. 531 páginas. 2009.