Sexo y literatura contra La Revolución
“No me interesa lo decorativo, ni lo hermoso, ni lo dulce, ni lo delicioso. (…) El arte sólo sirve para algo si es irreverente, atormentado, lleno de pesadillas y desespero. Sólo un arte irritado, indecente, violento, grosero, puede mostrarnos la otra cara del mundo, la que nunca vemos o nunca queremos ver para evitarle molestias a nuestra conciencia”.
Hambre, sexo, ‘mariguana’, política, erotismo, ron y un poco de humor copan las 359 páginas de relatos unas veces conmovedores, otras repulsivos de ‘Trilogía sucia de La Habana’. Es el libro, en gran medida autobiográfico, que lanzó a la fama al escritor cubano Pedro Juan Gutiérrez y en el que plasma una realidad tan dura que es difícil de creer.
Con un lenguaje fuerte y apretado, de frases cortas, plagado de puntos seguidos, asistimos a lo que el autor ha denominado como un strip-tease literario demasiado prolongado.
Aunque a Gutiérrez dice no interesarle la política, no da declaraciones en esa materia, en su literatura etiquetada como ‘realismo sucio’, pasajes de sexo duro y de realidad descarnada sirven como pretexto para ocultar un discurso antirrevolucionario.
El discurso, intencionado o no, toma fuerza por acumulación y sorprendentemente no le quita valor, ni interés, a una obra que puede ser abordada, entre sus posibles lecturas, como un testimonio, una crónica de su tiempo.
Anclado en tierra de nadie, Nada que hacer y Sabor a mí, son los tres grupos de relatos cortos que integran la Trilogía y que acertadamente fueron recogidos en un mismo tomo, pues conforman una unidad temática, temporal y terminan por leerse como una novela.
Con un estilo narrativo muy natural, desde la primera persona y utilizando su propio nombre, Gutiérrez, nos zambulle en la época de la gran crisis, La Habana de mediados de los noventa. Revisamos su lucha diaria por sobrevivir, la de sus congéneres y de paso nos da un 'tour' por la Cuba que pocos conocen.
La Isla donde los salarios gubernamentales no dan ni para sobrevivir una semana y donde ‘con cualquier cosita que vendan sacan tres veces ese salario’. Allí en donde ‘por decreto se abolió la Navidad , la Nochebuena , los Reyes Magos y todo eso’. La Cuba de las salidas suicidas para Miami en balsas enclenques.
Es un 'tour' antropológico y con un valor agregado: Gutiérrez sabe que sus libros no se comercializan en Cuba y que la mayoría de sus lectores nunca han puesto un pie en la Isla.
Es la historia también de Centro Habana, populoso barrio de la capital caribeña en donde reside el escritor, con toda su descomposición y su diversidad humana. Allí se mezclan hacinamiento, olores nauseabundos, exhibicionismo, santería, voyeurismo, suicidio, hambre sobre todo y aún así, ¡los cubanos no dejan de hacer el amor!
Lo hacen en (y por) todas partes, en el Malecón, en un parque, muchas veces por sólo gusto, otras como el caso de las ‘jineteras’ para ganarse la vida.
Y allí está Pedro Juan, viéndolo y contándolo todo; él, como muchos de sus personajes, se recluye de la soledad en el sexo. ‘Templa’ con cuanta mujer se le pasa por delante. Le duele ver tanta miseria ‘y tanto teatro político para disimularla’, pero eso no lo ablanda, se cubre con una coraza de indiferencia sobre otra, no le importa nada, ni nadie, es su forma de sobrevivir.
Intercaladas con toda esa realidad, sutiles críticas al sistema cubano y a veces no tan sutiles. “Cuba en plena construcción del socialismo era de una pureza virginal, de un delicioso estilo inquisición”, se lee en una parte del libro. En otra: “La Política es el arte de engañar bien”.
Las críticas al sistema algunas veces están en boca propia, otras veces las pone en labios de sus personajes.
“El gobierno lo tiene todo abandonado (…) en ninguna parte del mundo el gobierno se puede ocupar de todo. Por eso este barrio se ha puesto así”, dice Dalía, una anciana cuyo apartamento está a punto de derrumbarse y con quien el destino será implacable.
Otro personaje ya no recuerda la última vez que vio un gato, ‘la gente se los ha comido. Y mientras las ratas acabando con las casas’. Los que mandan no se imaginan lo que es vivir así, se dice el narrador.
Los crímenes aunque sean pasionales no se publican en los periódicos: Todo debe estar bien. Una sociedad modelo no puede tener crímenes ni cosas feas. “Pero lo cierto es que hay que saber. Si no tienes toda la información no puedes pensar, ni decidir, ni opinar. Te conviertes en un tonto capaz de creer cualquier cosa”, dice Pedro Juan, él mismo un periodistas desencantado.
Pero no todo es desesperanza, a pesar de las dificultades, al igual que el propio protagonista, esas personas que tienen que rebuscarse la vida, que viven situaciones límites día a día, dejan espacio para que una sonrisa brote de sus labios y tienen una enorme voluntad de vivir.
El desparpajo con que hablan los cubanos es recogido muy bien por Gutiérrez y es capaz de arrancar risas al lector incluso en situaciones en donde parecería que no se justifican.
Una última advertencia: los encuentros sexuales pueden ir más allá de lo pornográfico. “Es que el sexo no es para gente escrupulosa. (…) Sí sólo es ternura y espiritualidad etérea entonces se queda en parodia estéril de lo que pudo ser”, palabras de ‘Pedrojoan’.
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El caso Arenas
Cuando en 1966, sacó clandestinamente de la Isla su novela, El palacio de las blanquísimas mofetas, y está se publicó en Europa, Reinaldo Arenas (1943–1990), poeta, novelista y dramaturgo cubano, terminó por ganarse la total hostilidad del gobierno de Fidel Castro.
Desde entonces y pese a que fue colaborador de la revolución en su juventud fue marginado, perseguido por la policía política y encarcelado en los años setenta.
Arenas, quien enfrentó también la exclusión por su homoxexualidad, combatió contra el régimen de Castro a través de su arte. Terminó sus días en el destierro, logró escapar a Nueva York, donde le fue diagnosticado el virus del SIDA en 1987 y donde optó por el suicidó en el año 90.
Pedro Juan Gutiérrez ha tenido la suerte de no ser apresado, ni perseguido por causa de su literatura. Hizo lo mismo que Arenas, entregó varios libros suyos para que fueran editados en Europa a una francesa que conoció cuando esta fue a Cuba como jurado del concurso Casa de las Américas.
En la actualidad Gutiérrez puede incluso salir de Cuba para promocionar su obra en otros países. Se ha beneficiado de la lucha 'casi suicida' que emprendieron a finales de los años 80 grupos defensores de derechos humanos y que flexibilizaron la política de régimen al respecto.
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Pedro Juan Gutiérrez
(Matanzas, Cuba, 1950). Desde muy joven ejerció los más diversos oficios. Vive en La Habana. Actualmente, alterna su tiempo entre la pintura y la escritura. Por veintiséis años fue periodista en su País. Es autor de varios libros de poesía y una novela policíaca.
Entre 1998 y 2003 publicó los cinco libros del Ciclo de Centro Habana que le valieron notoriedad mundial. El Ciclo está integrado por Trilogía sucia de La Habana, El Rey de La Habana, Animal tropical (Premio Alfonso García-Ramos de Novela 2000, España), El insaciable hombre araña y Carne de perro (Premio Narrativa Sur del Mundo 2003, Italia). Estas obras de Gutiérrez giran en torno a la realidad cubana y a su casi ubicuo personaje y alter ego, Pedro Juan.
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