Elementos compartidos de Alexander

sábado, 23 de enero de 2010

Un relato de amor del siglo XIX

Viaje, historia, enigma y un gran tabajo en el Premio Alfaguara de Novela 2009. Andrés Neuman en la frontera de los géneros

La falda de Sophie Gottlieb susurraba por el pasillo. El sonido cosquilloso de esa falda le provocó a Hans cierta ansiedad. Al cabo de unos segundos la silueta de Sophie pasó de las sombras del pasillo a la luz de la sala. (...) A Hans le asaltó una intensa necesidad de alabarla o de salir corriendo. Sin saber qué decir, observó con torpeza: No imaginé que fuera usted tan joven, señorita Gottlieb. Estimado señor, contestó ella con indiferencia, estaremos de acuerdo en que esa es una virtud más bien involuntaria...
El amor vetado del siglo XIX que se cuenta en "El viajero del siglo", comienza así: en la página 43. La obra le valió al escritor argentino Andrés Neuman el codiciado Premio Alfaguara 2009.
El libro contiene varios géneros: entre la poesía, el ensayo, la novela de aventuras, de viaje, historia (cambios sociales) y una pequeña, pero llamativa novela policial.
Todo articulado en el relato sobre un viajero (Hans) que se detiene una noche en Wandernburgo, ciudad alemana imaginaria.
El viajero conoce a un anciano que toca el organillo, emocionado por la música, se acerca a dejarle propina y a conversar. Entablan amistad y la estancia de Hans se alarga. Los días pasan y no consigue marcharse de esa extraña ciudad, que parece retenerlo con toda clase de acontecimientos inesperados y cuyas calles parecen cambiar de lugar.
Con las amistades que va encontrando, la posibilidad del amor que se convierte en certera pasión, un salón de tertulias, la cotidianidad, y con su trabajo de traductor de poesía, se va dibujando toda una época.
Neuman alcanzó lo que buscaba: unir pasión y política, cultura y sentimiento. Como lo pregona el propio protagonista que les exige a las novelas históricas ser un laboratorio para analizar el presente.
¿No es la historia circular? Entonces es natural encontrar coincidencias actuales en temas tratados en el libro: la extranjería, la distribución de la riqueza, el oportunismo y la hipocresía política, los nacionalismos y la emancipación femenina. Es patente el trabajo de filigrana que le tomó al autor cinco años para construir los diálogos, la vestimenta, la realidad diaria de la Europa de la época, en la que se refleja la de ahora.
¿Fue el Alfaguara, solo un premio al esfuerzo? Quiero pensar que no. Porque aunque en su parte central la obra se concentra mucho en las discusiones y los encuentros de visiones sobre la realidad de la época y la acción real transcurre muy lenta, el libro no deja nunca de despertar interés.
El viajero del siglo constituye una laboriosa reconstrucción de la Alemania posnapoleónica de la restauración, pero su mayor valor reside en las circunstancias y el trasiego de sus personajes, en las historias (con minúsculas). También en la prosa exquisita de Neuman, de sugerentes metáforas (como: El sol tibio caracoleaba (...), se derramaba en las sillas como un jarabe o; La noche había caído como una tabla).
En las últimas 100 páginas las resoluciones se precipitan. Se descubre cuál de la veintena de personajes era el violador serial y se resuelve la pequeña historia de detectives. La fatalidad se ensaña con el personaje más entrañable: el organillero. La historia de amor se hace insostenible y aunque se comience a adivinar un triste final, habrá que leer hasta el final para comprobar si los amantes tienen una segunda oportunidad. Una historia de amor capaz de conmover, en una época (la actual) en que los sentimientos son rebajados a la cursilería.


Editorial Alfaguara. 531 páginas. 2009.

No hay comentarios: