Idi Amin, entre la jovialidad y la locura
Forest Whitaker interpreta a Idi Amin Dada en El Último Rey de Escocia.
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Antes de ver la película con la que Forest Whitaker ganó el Oscar como mejor actor principal 2007, no sabía nada del dictador ugandés que llevó a la muerte a más de 300.000 de sus connacionales y cuya crueldad es comparada con la de Hitler.
El sentido pedagógico de la cinta, paradigma de la cruenta historia africana, es una de sus bondades, aunque no la mayor.
Si Idi Amin Dada (1924-2003), era como lo retrata Whitaker en El último rey de Escocia, y según los propios ugandeses la cinta es una gran aproximación al personaje histórico, estamos ante uno de los más desconcertantes gobernantes que un país hubiera tenido jamás.
Político, carnicero, boxeador y militar, tuvo más de cuatro mujeres y entre 20 a 25 hijos. A pesar de ser analfabeto llegó a gobernar su País durante 8 años y es recordado aún por sus excentricidades y su crueldad.
Del Amin de la película me cautivó su desparpajo, su gran sentido del humor y la capacidad de reírse de sí mismo. De hecho, buena parte del filme trascurre entre la iralidad y la hermosa fotografía del África profunda con todo su colorido paisajístico y humano.
Aún cuando el Amin de la cinta comienza a mostrar su lado más oscuro sigue conservando mi admiración. Como un amigo con el que nos divertimos y al que apreciamos a pesar de sus “locuras”.
Pero entre las locuras del personaje real estaba el ordenar la retransmisión televisada y en directo de la decapitación de sus oponentes, el vestirlos de blanco para que el color de la sangre fuera más notorio e incluso se dice que llegó a devorar las vísceras de algunos de sus enemigos.
Quizá sea el biógrafo de Amin, el periodista Marc Broere, quien arroje mejores luces sobre esta dualidad en la personalidad del dictador ugandés.
Broere señala que era esquizofrénico, “por una parte, Amín era un hombre jovial y generoso para su entorno directo y para quien consideraba inofensivo. Pero, por la otra, reaccionaba de manera muy primitiva ante quien, a su juicio, implicara un peligro”.
Un amigo me contó que casi al final de su dictadura (1971-1979) Amin retó públicamente al presidente de Tanzania, un hombre mucho mayor, a resolver una disputa fronteriza de tierras con una pelea boxística.
Siendo él un hombre de casi dos metros de estatura, un peso de 100 kilogramos y lo peor: campeón de boxeo de todos los pesos durante diez años en su país.
También conocido como El carnicero de Kampala, Amin fue famoso por este tipo de “¿bromas?”, como hacer visitas de Estado de manera sorpresiva a la Reina de Inglaterra, proclamarse Último rey de Escocia o Conquistador del Imperio Británico.
Una cinta para no perderse.
1 comentario:
Personajes como Adín pululan en África desde las décadas del 60. Es inconcebible que la gente se mate allá todavía por el odio racial y conflictos tribales. En Darfur, por ejemplo (en Sudán) la ONU informa que en tan solo 2 años han muerto 200.000 personas, pertenecientes a etnias que no son toleradas por el gobierno de ese país q incluso los ataca con fuego aéreo. Los genocidios de Ruanda hace algnos años también son recordados. ¿Y qué hace la ONU? Nada, solo "observa".
En vez de enviar tropas aliadas a "destruir armas de destrucción masiva" (q nunca existieron) en Iraq (q más claro fueron a proteger el petróleo que lo hicieron suyo porq ya les escaseaba), ¿Por qué no se interviene a la fuerza en esos países para acabar con todos estos crímenes tan horrorosos y peores como los que ocurrieron durante la II Guerra Mundial llevados a cabo por los nazis? Claro, África no es Europa ni tampoco representa un lugar de intereses comerciales. El ser humano no significa nada por lo que hay que luchar y por un barril de petróleo matemos a los que sean necesarios. Nunca olvidemos.
Saludos,
Jorge Osinaga
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