Günter Grass exorcisa sus fantasmas y llora ‘Pelando la Cebolla’
El bombo no ha dejado de sonar, pero ya no es el pequeño Óscar, cuya historia nos sorprendió en ‘El Tambor de Hojalata’ quien lo toca tan insistentemente. Sino su creador y alter ego en el mundo real: el propio Günter Grass.
La baqueta para la percusión ha sido remplazada por los dedos viejos, casi octogenarios del escritor alemán y el tambor sigue siendo el mismo: una vieja máquina de escribir.
A fuerza de 'tocar' (golpear las teclas) con obsesión, Grass nos trae 'Pelando la cebolla' un libro autobiográfico en donde reflexiona sobre su infancia y su juventud. Las memorias fueron recientemente lanzadas en España bajo el sello Alfaguara.
Mientras que Óscar, el personaje más celebre de la obra de Grass, intentaba mediante el sonido de su tambor combatir su desesperación y cólera durante el ascenso del tercer Reich de Hitler.
Günter hizo sonar su maquina, paradójicamente, para justificar con su nueva obra su incorporación a las Waffen SS (una organización paramilitar famosa por su brutalidad contra los civiles enemigos y los prisioneros de guerra) durante la II Guerra Mundial.
Durante más de 40 años Grass mantuvo oculto este episodio de su vida. Hasta que el 12 de agosto del 2006 lo confesó a un periódico de su País argumentando que ‘no podía con la carga de la culpa’, un sentimiento que admite no haber superado aún.
En ese momento el ganador del Premio Nobel de Literatura en 1999 y autoridad moral de Alemania fue fuertemente criticado por no haber confesado antes el hecho. Inclusive se dijo que posiblemente le podría ser retirado el Nobel, cosa que al final no sucedió.
"Nunca he ocultado la seducción que ejercieron los nazis entre los jóvenes y que yo como muchos, me dejé seducir", dijo Grass.
En España durante el lanzamiento oficial de sus memorias y ayudado por una traductora, el escritor ha contado que en los años 60 habló abiertamente de ello, pero que nadie volvió a acordarse y a él –¿convenientemente?- se le enquistó el recuerdo.
Dijo, entre otras cosas, que como la mayoría de los alemanes creyó en el Führer, y que se dejó ‘seducir por el nazismo’. No se cuestiona haberse enrolado a los 17 años en las SS, sino no haberse hecho preguntas.
Advirtió que creció en el marco de una ideología fascista, lo cual fue difícil para él porque al finalizar la guerra, se enfrentó ‘ante la nada’ y, ‘de repente’, tuvo que ‘aprender las reglas y lecciones de la democracia’.
'Pelando la cebolla' comienza con los recuerdos de la niñez de Grass en Danzig, pasa por su incorporación a la Waffen SS, por su trabajo como minero sobre los escombros en la Alemania de posguerra y termina en su exilio en París, donde escribirá, una de sus obras cumbres.
La pregunta queda en el aire, ¿Habría ganado Günter Grass el Premio Novel de Literatura de conocerse antes que fue un nazi convencido?. Posiblemente no, la academia sueca es muy celosa al respecto y no faltan los ejemplos de grandes escritores que nunca recibieron el Nobel por motivos igual de graves.
Se espera que la edición en español de 'Pelando la cebolla' sea un éxito en ventas, lo que me recuerda que en el 2006 el Consejo Central de los Judíos de Alemania vio en la confesión de Grass una campaña publicitaria para promocionar su autobiografía.
2 comentarios:
EL GUNTER GRASS PARAGUAYO
(X Luis Agüero Wagner, comentario publicado en “La Naciòn” de Asunción, 19 de octubre de 2006 )
Gunter Grass paraguayo, Alcibiades González Delvalle, sigue guardando un sepulcral silencio sobre su siniestro pasado como policía de Stroessner, a pesar que esta gravísima acusación ya ha recorrido el mundo a través de agencias noticiosas extranjeras y se ha publicado en innumerables sitios web y periódicos locales como noticia insólita. A diferencia del escritor alemán que tuvo el coraje de confesar de motu proprio su paso por las Waffen SS durante el régimen de Adolf Hitler, su homólogo local temblando de cobardía opta por intentar esconder su deshonroso paso por la policía estronista, que lo integró como oficial por decreto 13.125 el 9 de noviembre de 1960. ¿Qué méritos hizo Alcibiades González Delvalle para ascender el 7 de septiembre de 1962 a oficial 1º de Policía por decreto 24.581, firmado por Alfredo Stroessner y Édgar L. Ynsfrán? ¿Cuántas veces aplicó la picana eléctrica? ¿A cuántos integrantes del FULNA o del Movimiento 14 de mayo apresó? ¿Cuántos "comunistas" pileteó?
Grandes misterios sin resolver, enigmas sin respuesta perdidos en la nebulosa del pasado de este privilegiado zoquetero del gobierno municipal colorado de Enrique Riera y referente periodístico de la ultraderecha tilinga: Alcibiades González Delvalle.
Olvidan sus abogadas al pretender defender a este chancho de su chiquero periodístico, cuánto dinero robado durante la dictadura a las arcas de la intendencia del ejército, a la Flomeres, IPS y el Banco Nacional de Fomento costó al pueblo paraguayo la inauguración de los medios de comunicación que le valieron su ascenso al coronel Pablo Rojas. Así como tardaron 30 años para descubrir que el país vivía bajo una dictadura, y hoy no terminan de jactarse de la lucha que la National Endowment for Democracy les financió contra la fase terminal del régimen que les proveyó los recursos para inaugurar sus medios de comunicación, no es extraño que lleven 46 años sin enterarse que el impoluto moralista de la pluma Alcibiades González Delvalle sirvió como tenebroso policía de Stroessner durante la etapa más sangrienta de la dictadura.
A mediados de este año el mundo se enteró, en revelación hecha por el mismo interesado, que el escritor alemán Gunter Grass sirvió unos meses, a los 17 años de edad, en las Waffen SS y de que ocultó por sesenta años la noticia, haciendo creer que había sido soldado en una batería antiaérea del ejército regular alemán. No sorprende en absoluto que Grass ocultara su pertenencia a una tropa de élite visceralmente identificada con el régimen nazi, de tan siniestra participación en tareas de represión política, torturas y exterminación de disidentes y judíos, aunque, como ha dicho, él no llegara a disparar un solo tiro antes de ser herido y capturado por los norteamericanos.
Pero a diferencia del ex policía de la etapa más sangrienta de la dictadura Alcibiades González Delvalle, Gunter Grass no esperó a que aquel remoto episodio de su juventud llegara a conocerse por otras fuentes, echando sombra sobre su nombre y reputación de escritor comprometido. Dentro de algunos meses, ya nadie recordará el paso del escritor alemán por las SS pero la gloria de su trilogía novelesca de Danzig, en especial "El Tambor de Hojalata", se mantendrá intacta.
No sería ecuánime que el mismo destino tuvieran quienes como el policía de la cultura decidieron escudarse, y no en el talento ni el compromiso que nunca tuvo en abundancia, sino en el posicionamiento alcanzado mediante políticos corruptos, intereses foráneos y el olvido propio de una sociedad impura.
EL GUNTER GRASS PARAGUAYO
(X Luis Agüero Wagner, comentario publicado en “La Naciòn” de Asunción, 19 de octubre de 2006 )
El Gunter Grass paraguayo, Alcibiades González Delvalle, sigue guardando un sepulcral silencio sobre su siniestro pasado como policía de Stroessner, a pesar que esta gravísima acusación ya ha recorrido el mundo a través de agencias noticiosas extranjeras y se ha publicado en innumerables sitios web y periódicos locales como noticia insólita. A diferencia del escritor alemán que tuvo el coraje de confesar de motu proprio su paso por las Waffen SS durante el régimen de Adolf Hitler, su homólogo local temblando de cobardía opta por intentar esconder su deshonroso paso por la policía estronista, que lo integró como oficial por decreto 13.125 el 9 de noviembre de 1960. ¿Qué méritos hizo Alcibiades González Delvalle para ascender el 7 de septiembre de 1962 a oficial 1º de Policía por decreto 24.581, firmado por Alfredo Stroessner y Édgar L. Ynsfrán? ¿Cuántas veces aplicó la picana eléctrica? ¿A cuántos integrantes del FULNA o del Movimiento 14 de mayo apresó? ¿Cuántos "comunistas" pileteó?
Grandes misterios sin resolver, enigmas sin respuesta perdidos en la nebulosa del pasado de este privilegiado zoquetero del gobierno municipal colorado de Enrique Riera y referente periodístico de la ultraderecha tilinga: Alcibiades González Delvalle.
Olvidan sus abogadas al pretender defender a este chancho de su chiquero periodístico, cuánto dinero robado durante la dictadura a las arcas de la intendencia del ejército, a la Flomeres, IPS y el Banco Nacional de Fomento costó al pueblo paraguayo la inauguración de los medios de comunicación que le valieron su ascenso al coronel Pablo Rojas. Así como tardaron 30 años para descubrir que el país vivía bajo una dictadura, y hoy no terminan de jactarse de la lucha que la National Endowment for Democracy les financió contra la fase terminal del régimen que les proveyó los recursos para inaugurar sus medios de comunicación, no es extraño que lleven 46 años sin enterarse que el impoluto moralista de la pluma Alcibiades González Delvalle sirvió como tenebroso policía de Stroessner durante la etapa más sangrienta de la dictadura.
A mediados de este año el mundo se enteró, en revelación hecha por el mismo interesado, que el escritor alemán Gunter Grass sirvió unos meses, a los 17 años de edad, en las Waffen SS y de que ocultó por sesenta años la noticia, haciendo creer que había sido soldado en una batería antiaérea del ejército regular alemán. No sorprende en absoluto que Grass ocultara su pertenencia a una tropa de élite visceralmente identificada con el régimen nazi, de tan siniestra participación en tareas de represión política, torturas y exterminación de disidentes y judíos, aunque, como ha dicho, él no llegara a disparar un solo tiro antes de ser herido y capturado por los norteamericanos.
Pero a diferencia del ex policía de la etapa más sangrienta de la dictadura Alcibiades González Delvalle, Gunter Grass no esperó a que aquel remoto episodio de su juventud llegara a conocerse por otras fuentes, echando sombra sobre su nombre y reputación de escritor comprometido. Dentro de algunos meses, ya nadie recordará el paso del escritor alemán por las SS pero la gloria de su trilogía novelesca de Danzig, en especial "El Tambor de Hojalata", se mantendrá intacta.
No sería ecuánime que el mismo destino tuvieran quienes como el policía de la cultura decidieron escudarse, y no en el talento ni el compromiso que nunca tuvo en abundancia, sino en el posicionamiento alcanzado mediante políticos corruptos, intereses foráneos y el olvido propio de una sociedad impura.
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